La gran batalla legal por el clima: las grandes petroleras se juegan su credibilidad (y su futuro) en un juicio histórico
En septiembre de 2017, las ciudades de San Francisco y Oakland denunciaron a las cinco petroleras más grandes del mundo: BP, Chevron, ConocoPhillips, Exxon y Shell. A simple vista, parece una demanda más frente a unas compañías más que acostumbradas a verse en los tribunales. Pero, en realidad, la demanda de las ciudades de la Bahía es de todo, menos normal.
No demandan a las empresas por algún derrame, explosión o desastre medioambiental concreto. Nada de eso. Las demandan por tres cosas: porque conocían la relación entre su actividad y el cambio climático desde hace décadas, porque continuaron haciendo negocios pese a ello y porque, no contentos con eso, organizaron una campaña mundial para sembrar dudas sobre la ciencia climática. A las petroleras les ha llegado la hora de la verdad (judicialmente hablando).
Es decir, a juicio de estas ciudades los gigantes del petróleo utilizaron el engaño para hacer crecer sus cuentas de resultados mientras el planeta se estaba calentando y ahora deben contribuir a financiar la infraestructura necesaria para protegerse del aumento del nivel del mar.
Las ciudades norteamericanas están viéndole las orejas al lobo y están tratando de encontrar vías para luchar contra el cambio climático frente a una Casa Blanca manifiestamente negacionista climática. Nueva York ya sacó miles de millones de dólares en fondos de pensiones que tenían inversiones en combustibles fósiles y también demandó a la industria.
Lo que hace el caso de California interesante es el juez, William Alsup. Se trata de uno de los jueces más heterodoxos del área de la bahía y uno que estudia los temas en profundidad. Llegó a estudiar programación (y picas código) para poder resolver algunos de los grandes casos que enfrentan a las tecnológicas de Silicon Valley (como el famoso caso de Oracle vs Google o el de Waymo y Uber).
Ante el caso que nos ocupa, Alsup ha pedido a las partes que resuelvan una serie de preguntas científicas sobre el clima como "¿Qué causó las diversas edades de hielo?", "¿Cuáles son las principales fuentes de CO2 que explican la acumulación incremental de CO2 en la atmósfera?" o "¿Por qué la vida vegetal no ha convertido los niveles más altos de CO2 en oxígeno?".
No es algo habitual, pero las expectativas son muy altas, porque un juicio parecido tuvo lugar en 1925 cuando un maestro sustituto de Tennessee fue acusado de enseñar la teoría de la evolución en clase. En el juicio se valoraron los argumentos de cada parte y la victoria de la ciencia allanó el camino para que la evolución llegara a las escuelas. Este juicio, como aquel, puede ser clave.
Por primera vez, las petroleras deberán exponer en sede judicial su punto de vista sobre la relación entre las emisiones de CO2, el cambio climático y el aumento del nivel del mar. Y, también por primera vez, tendrá consecuencias. En 2015 se reveló que Exxon engañó deliberadamente a la opinión pública sobre los riesgos de los combustibles fósiles. La posición de la ciudad californiana es que esto se trata de una estrategia generalizada.
En este caso, el planteamiento judicial recuerda mucho al gran juicio contra las grandes tabacaleras americanas que encontró probado que se confabularon para "negar, distorsionar y minimizar" los efectos de tabaco que "reconocían en documentos internos". Por no está claro que la evidente conexión científica entre calentamiento y aumento del nivel del mar se pueda traducir en una responsabilidad legal.
Y por eso, la incógnita ahora es qué harán las petroleras. No se espera que nieguen el cambio climático, pero su estrategia judicial marcará el futuro de la industria en Estados Unidos (y, por extensión, en el mundo). No obstante, pase lo que pase en este juicio, esto solo es el pistoletazo de salida de la batalla legal contra el cambio climático.