¿Qué tienen en común Waterworld, Murcia y el Yemen. Esta frase, que puede parecer el inicio de un chiste, une tres ejemplos dramáticos de un problema que es muy real: la falta de agua.
El primero es un mundo distópico y fantástico, con violentos conflictos, algo parecido a lo que ocurre en la República de Yemen. Y ambos se relacionan con Murcia (o el sureste de la península ibérica) con una creciente falta de agua potable.
El líquido elemento es, probablemente, la sustancia más importante para la vida (más que el oxígeno o cualquier nutriente). Por ello, su disponibilidad es la razón de algunas de las guerras más encarnizadas de la historia. Ecología, política, salud... ninguno de estos aspectos queda exento de la influencia del agua. Y los problemas que causa su falta son profundos y complejos.
Para una gran parte de los denominados como "países desarrollados", abrir el grifo y tomar un poco de agua es una acción tan sencilla que apenas se valora. Sin embargo, aproximadamente una quinta parte de toda la población mundial sufre por la escasez de agua. Así lo indican los informes recolectados durante esta última década por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Entre los objetivos más importantes de esta entidad se encuentran el abastecer a los más de dos mil millones de personas sin acceso a agua limpia del mundo. Dentro de estos objetivos también se contempla el reducir los conflictos inherentes a la escasez de este líquido, así como mejorar las condiciones sanitarias y de higiene de las personas. Según las estimaciones, para 2030 provocará el desplazamiento de cientos de millones de personas, con todas sus consecuencias.
Sin embargo, nuestro planeta azul se conoce así por su increíble cantidad de agua disponible, ¿no es cierto? Aunque la gran mayoría de su superficie está llena de esta sustancia, solo el 3% del agua total del planeta es potable. Y de esa, solo el 1% está disponible para su consumo, por lo que los seres humanos lo tenemos más complicado de lo que pensamos.
Especialmente con el cambio climático actual, el cual repercute en la climatología existente en algunas zonas, haciendo más extremos algunos eventos climáticos como la sequía. Desde tiempos inmemoriales, el agua ha sido siempre el recurso principal para determinar los asentamientos, la producción de alimentos, el comercio o, incluso, las guerras.
El cambio climático repercute en la climatología existente en algunas zonas, haciendo más extremos eventos como la sequía
Sin una fuente fiable de agua dulce, hasta el imperio más poderoso puede caer, como ocurrió con los mayas, allá por el año 800 después d.C. Mucho más reciente es la lucha por el control de la presa de Tabqa, una obra de ingeniería hidráulica construida en el río Éufrates, y que constituye la mayor presa de Siria. Su construcción condujo a la formación del lago Asad, la mayor reserva de agua dulce del país, por lo que su control, el pasado año, supuso un duro golpe para las fuerzas del autodenominado estado islámico.
Estos son solo unos poquísimos de los cientos de conflictos, actuales y ancestrales, recogidos por la cronología de conflictos hídricos, del Pacific Institute. Un proyecto en el que se puede apreciar como este recurso ha cambiado, y sigue cambiando, el curso de la historia de forma dramática. ¿Y en qué coinciden todos?
Con casi total seguridad podemos afirmar que el problema del agua está en su gestión. "Garantizar el acceso al agua potable y saneamiento a toda la población", este es el objetivo número seis de los denominados "Objetivos de Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas, "Y es el mayor reto para los próximos años", nos explica Rubén Ruiz Arriazu, Director de Operaciones de SUEZ Concesiones Iberia y Director de Eficiencia Operativa y Calidad del Agua de Suez España.
Para 2050 la población mundial rondará los 10.000 millones de habitantes y las necesidades tanto de agua se incrementarán en un 50% aproximadamente
El segundo reto, según Rubén, será satisfacer las necesidades del trinomio agua-energía-alimentos en una fecha aparentemente tan lejana cono 2050. "Para esa fecha, la población mundial rondará los 10.000 millones de habitantes y las necesidades tanto de agua, energía como de alimentos se incrementarán en un 50% aproximadamente. Con el incremento de contaminación de los recursos actuales y los efectos negativos en la disponibilidad de recurso asociado al cambio climático, poder dar respuesta a esta demanda debe ser un tema prioritario a nivel mundial".
Con estas palabras, Rubén pone de manifiesto una realidad: cada vez somos más y cada vez hay menos agua potable. Esto se debe a varios factores. Uno de los más importantes se relaciona con la limpieza de los medios. Al crecer la población también lo hace la contaminación de los recursos naturales. La pérdida ecológica que se asocia, además, también implica una pérdida de recursos hídricos.
Otro factor crucial es el cambio climático. Ligado a este existe un incremento en la crudeza de los eventos extremos. Un ejemplo concreto lo podemos ver con las lluvias, que serán más violentas y repentinas. Eso se traduce en una pérdida hídrica ya que es más difícil que se filtre y rellene los acuíferos, y se pierde en el mar junto a un montón de sedimentos que arrastra en su marcha (y que incrementan la pérdida hídrica a la larga).
La desertificación también se incrementará en las zonas extremadamente secas, donde se incrementará la tasa de evaporación y los frentes cálidos que alejarán las precipitaciones. Toda esta combinación de factores ecológicos y humanos pintan un cuadro complejo en el cual los trazos apuntan a un mismo desenlace: cada vez habrá menos agua potable disponible. Y esto nos lleva al verdadero problema del que hablábamos al principio: la gestión.
¿Cómo? ¿Pero no era su escasez el problema? Indudablemente la falta de agua es un impedimento muy serio, pero también disponemos de ejemplos técnicos concretos que ilustran cómo podemos solucionar dicha cuestión. Al final, la verdadera barrera a superar no es tanto técnica como política o social: cómo decidimos gestionar este recurso.
Hablábamos antes de los conflictos generados en torno a este recurso. Independientemente de la posibilidad de abastecer a todas las personas de un lugar, siempre ha existido una tendencia al enfrentamiento por el control de este recurso. No son pocas las batallas justificadas por su posesión ni están localizadas en un solo territorio o en una sola época.
La guerra por el agua es cosmopolita y atemporal. "La carencia de agua es un problema transversal que afecta a todos los actos de la vida allá donde se produce", continúa el experto de Suez España. "Los efectos socioeconómicos son nefastos, ya que el agua es necesaria para el desarrollo de la economía y la sociedad en cualquier entorno".
"Si no hay agua sufre la agricultura, el turismo, la industria, la producción de energía… pero también se pone en riesgo el bienestar social, las condiciones sanitarias, etc.". Este escenario es empleado en multitud de ocasiones para el interés de unos pocos: "A nivel político, a veces, se utiliza el agua como elemento de lucha y conflicto".
"Esto es una mala praxis que impide tomar decisiones necesarias a medio y largo plazo en beneficio de todos. Para gestionar el agua hay que tener visión de futuro y de beneficio global, teniendo en cuenta los efectos locales. Esto no es siempre fácil".
Dichas razones forman la base que "justifican" los conflictos por los recursos hídricos que observamos por todo el mundo. "Lamentablemente siempre ha habido guerras por el agua. En oriente medio hay varios ejemplos, como el control de los Altos del Golán. También ha habido conflictos históricos entre Bolivia y Chile por el agua del río Silala, en la zona de Turquía-Siria-Irak por el control del Tigris y el Éufrates o entre Mozambique y Zimbaue por el control de Zambeze.
"La escasez de agua es un concepto relativo y puede darse bajo cualquier nivel de oferta o demanda de recursos hídricos. La escasez puede ser una construcción social, producto de la opulencia, las expectativas y unas costumbres arraigadas; o consecuencia de la variación en los patrones de la oferta, derivados, por ejemplo, del cambio climático", explica Rubén. "A día de hoy, cerca de 700 millones de personas procedentes de cuarenta y tres países diferentes sufren escasez de agua. En 2025, 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con escasez absoluta de agua y dos terceras partes de la población mundial podrían hacerlo en condiciones de estrés hídrico".
Huyendo de los conflictos más crudos que vive nuestro mundo, los problemas asociados al agua también se aprecian en países como España. Hace décadas que se viene estudiando un fenómeno inalienable en todo el sureste, o levante, de la península ibérica: la desertificación. El impacto que está teniendo entre sus habitantes, desde el final de la costa brava hasta el estrecho de Cádiz, ha provocado muchos debates. Entre los expertos no hay duda de que existe un factor climatológico pero también un factor humano importante en la pérdida de agua.
Y, sin embargo, si de algo se sienten orgullosos los murcianos, por poner un ejemplo, es de su gestión hídrica. Esta región del sur español se cuenta entre los lugares cuya eficiencia puede competir con auténticos desiertos como Afganistán o el Sahara. "Utilizamos las últimas tecnologías existentes y tenemos redes de abastecimiento con rendimientos medios del 85% [una media muy superior a la de otras redes]", comenta para Xataka Alberto Gálvez Alcaraz, responsable de la estación de tratamiento de agua potable "Los Guillermos", Murcia, y técnico de operaciones en Hidrogea. "Cada gota cuenta y hacemos todo lo que está en nuestra mano para que no se pierda ni una".
Su papel como responsable de que el agua llegue limpia y clara desde su origen hasta nuestro grifo puede ayudarnos a esclarecer cómo funciona la gestión directa en una zona donde este recurso es cada vez más escaso. "Nuestra responsabilidad es gestionar el ciclo urbano del agua, que en este caso incluye las etapas de captación, potabilización, transporte, almacenamiento, distribución y alcantarillado". "El mayor problema que tenemos es, evidentemente, la falta natural del recurso en la zona".
A eso tenemos que añadir el ciclo climático seco en el que nos encontramos junto con el crecimiento cada vez mayor de la población y, por tanto, de la demanda
"A eso tenemos que añadir el ciclo climático seco en el que nos encontramos junto con el crecimiento cada vez mayor de la población y, por tanto, de la demanda". En este mismo hecho coinciden los portavoces de la Confederación Hidrográfica del Segura (o CHS), el organismo de gestión, regulador de las aguas, riegos y acciones de la cuenca del río homónimo, la cual abarca casi 19.000 kilómetros cuadrados: "La sequía es el principal problema de la cuenca del Segura, sin lugar a dudas".
"Pero es que además la demarcación tiene, incluso en años normales, un déficit estructural de 400 hectómetros cúbicos anuales". En este hecho se muestra el impacto de la política, para la que la gestión hídrica puede suponer un ejemplo de arma que depende del interés, según nos confirman desde el organismo. "Evidentemente, la politización de los problemas hídricos puede suponer problemas también. Por eso es adecuado que la gestión del agua sea estatal".
A pesar de la gestión del agua, Murcia, como miles de lugares, se seca poco a poco. ¿Qué soluciones se buscan en dichos casos? "Tenemos que obtener de manera antrópica lo que no tenemos de manera natural", comenta Alberto. "Por ello el precio es más elevado y puede afectar a la competitividad de las empresas de la zona, con la correspondiente repercusión en la economía tanto a nivel local como nacional".
En el caso de Murcia, donde se sufren periodos extensos de sequía en el que las reservas de agua potable en pantanos y acuíferos pueden permanecer por debajo del 20%, hace falta usar ciclos de tratamiento más eficientes, mejoras en el transporte o, en muchas ocasiones, desaladoras que cumplan con las necesidades. Esto supone un coste adicional en el precio del agua.
¿Entonces, la solución a la escasez de agua se limita a una cuestión de dinero? No, pero la inversión en el mantenimiento de infraestructuras y aplicación de soluciones para que llegue el agua a los grifos es inevitable. "Al contrario de lo que la gente pueda creer, el precio del agua es establecido por cada uno de los municipios en función de un exhaustivo estudio de costes que refleja lo que cuesta llevar el agua hasta nuestros hogares. En ningún caso se está cobrando por el agua en sí misma".
Según nos explica el técnico, las gestoras se limitan a gestionar el ciclo en función de los precios fijados por las Administraciones, y nunca a intervenir en el precio. En otros lugares donde el panorama social y político no es estable la única solución pertinente pasa por la microgestión de los pequeños acuíferos o el acceso a grandes recursos. Las consecuencias suelen ser la sobreexplotación o, en el peor de los casos, la guerra. Entonces solo la intervención de fuerzas y coaliciones políticas es suficiente para asegurar que el agua potable alcance a todo el mundo, como en el caso de la presa de Tabqa.
Al final, como decíamos desde un comienzo, el gran problema del agua no es otro que la gestión. Gestión, por ejemplo, en el tratamiento de aguas, en la contaminación o el mantenimiento de las redes de distribución en el mejor de los casos. El control de los recursos y de su distribución en el peor. Esto último, por supuesto, está asociado a la economía. Pero en el caso del agua, supone un razonamiento circular ya que ambos aspectos están íntimamente ligados ya que sin agua no puede haber un florecimiento industrial ni una sociedad próspera.
"Desde mi punto de vista, el agua es un factor determinante", explica Rubén Ruiz. "La esperanza de vida en España ha aumentado desde 1900. Hemos pasado de los treinta y cinco a los ochenta años de media. Esto se debe a múltiples factores pero yo destacaría el acceso al agua potable y al saneamiento de toda la población es uno de los más importantes". "Es posible que a nivel social no seamos conscientes de este gran avance, o que ni lo valoremos en su justa medida, pero considero que disponer de agua potable de calidad y segura en todos los grifos es uno de los grandes avances sociales que hemos conseguido en los últimos años", zanja el experto.