Brujas es una ciudad vieja. Hay restos de asentamientos durante la prehistoria y las primeras fortificaciones datan de la época de Julio César. En su día, fue una ciudad costera, pero el tiempo y la sedimentación acabaron por alejarla lo suficiente de la costa para ser un sitio ideal con acceso al mar y a resguardo de los piratas.
Eso fue clave para su éxito y riqueza. En 1089 se convirtió en la capital del Condado de Flandes y el 27 de julio de 1128 obtuvo el título de ciudad. Pero eran solo restos de su anterior riqueza: desde 1050 el canal que la conectaba con el mar había comenzado a ser impracticable. Los habitantes de Brujas sabían que la ciudad se estaba muriendo, aunque trataran de disimularlo.
Entonces, llegó la gran tormenta.
En 1134, una enorme tormenta restableció el acceso al mar creando un canal natural: el Zwin. Ahí empezó su Edad de Oro. Para 1200, la Feria de Brujas había convertido la ciudad en la capital textil de Europa y en 1309 se creó allí mismo 'La Bourse', la primera bolsa de valores del mundo.
Durante los siguientes años, Brujas se llenó de artistas, pensadores y personalidades. Una referencia para todo el orbe occidental. De hecho, en uno de sus talleres de impresión (en torno a 1475) se hizo el primer libro impreso en inglés, el 'Recuyell of the Historyes of Troye'.
Pero todo aquello no podía durar demasiado: para 1500 el canal volvía a dar problemas y en pocos años, como pasaría con Sevilla, la barra de Sanlúcar y el puerto de Cádiz, el comercio se trasladó a la ciudad de Amberes. Hubo que esperar más de 300 años para que Brujas recuperara la salida al mar.
Entre 1896 y 1905, por fin la tecnología permitió excavar el Canal de Baudouin: una manga de 12 kilómetros que une el puerto interior de Brujas con el puerto exterior de Zeebrugge. Pero no se recuperó. Quedó convertida en lo que hoy es: un parque temático para turistas de una época en que fue otra época.