El Growth Hacking es un término que todos los emprendedores deberían conocer perfectamente si quieren aumentar su tráfico y el número de clientes.
Consiste, básicamente, en conseguir hacer crecer una marca mediante el mínimo gasto posible de recursos; una empresa incipiente no puede dedicar sus ingresos a una enorme campaña de marketing, pero sí puede atraer al público de otra forma. Afortunadamente, aplicando las técnicas adecuadas, los growth hackers tendrán éxito en la tarea.
Un growth hacker no es un vendedor, ni un programador; su objetivo es que la empresa gane clientes sin grandes campañas de marketing
Se denomina así a los empleados que, dentro de una startup, centran su objetivo en expandir la comunidad de todas las formas posibles. A veces es necesario redefinir los productos o la cadena de producción para que estos sean más visibles para el consumidor, y llamen su atención. Estos trabajadores son versátiles porque tienen conocimientos de distintas áreas, como la de ventas, de programación o de diseño.
Lo curioso es cómo el usuario medio está expuesto a un sinfín de prácticas de este estilo sin que se haya dado cuenta. Echando un vistazo a los principales portales de Internet, como las redes sociales, los servicios de streaming o los sitios web de reservas, encontramos varias técnicas que se pueden aplicar a una startup:
Gamificación. Algo tan sutil como una barra de color azul a medio rellenar es todo lo que necesita LinkedIn para fomentar que el usuario rellene todos los datos en su perfil. De esta forma consigue la máxima información de una persona, mientras que el usuario queda satisfecho.
Dropbox, por ejemplo, ofrece más capacidad de almacenamiento si se completan unas cuantas tareas, como instalar la herramienta en el ordenador o compartir el enlace con amigos. Este proceso, la gamificación, también está muy de moda en el marketing, y busca que un usuario sea el que publicite una empresa, app o servicio mediante algo parecido a un juego de recompensas.
Freemium. Spotify es gratis para todos los usuarios, pero ofrece un servicio exclusivo de individualización del contenido si se paga una cuota mensual. Esta es una excelente forma de "enganchar" y atraer usuarios: algo gratuito que pasa a ser mejor por un módico precio.
Dejar probar a la audiencia nuestro servicio también fideliza y ofrece reseñas y opiniones que no solo ayudan a mejorar sino que expanden la publicidad del negocio. Encontramos el sistema freemium en multitud de plataformas y programas.
Exclusividad. Siguiendo con la idea anterior, al usuario le gusta sentirse único y especial, así que las invitaciones personalizadas, los descuentos a medida o incluso los correos con su nombre marcarán la diferencia.
Grandes plataformas como Facebook o la desaparecida Tuenti emplearon este sistema para hacerse populares: solo podría crearse un perfil quien hubiera recibido una invitación previa.
Marketing de urgencia. Cada vez que reservamos un hotel en Booking leemos, en letras rojas y rodeada de exclamaciones, la misma frase: "¡rápido! la oferta está a punto de agotarse". Este simple sistema, empleado desde hace mucho en el marketing offline, también funciona en Internet.
Si un usuario siente que una oferta se acabará rápido tendrá más tendencia a la compra que si sabe que durará un par de días más. Recordar las plazas disponibles, incluir un contador de tiempo para que acabe el descuento, son pequeños trucos para animar a que un usuario pase a ser cliente.
Aunque estas sean medidas que funcionen, el growth hacker es lo suficientemente creativo como para determinar de dónde llegan las fortalezas y debilidades de un servicio, y cómo puede sorprender a la audiencia y viralizar su producto sin gastar mucho dinero.