Siempre que se habla del peligro que corren los jóvenes navegando solos por Internet, los artículos se dirigen a los padres y, en general, a los adultos que vigilan las primeras andaduras de un adolescente por las redes sociales: Instagram, Snapchat… Sin embargo, las víctimas potenciales del grooming, o acoso sexual por Internet, no tienen formación suficiente como para detectarlo a tiempo.
Chantaje emocional, evasivas o conversaciones sobre sexo que incomoden son características de la forma en la que un pederasta se acerca a los jóvenes
Pero existen una serie de características que pueden hacernos sospechar de que quien de pronto nos habla por mensaje privado no es quien dice ser. La advertencia, tantas veces repetida por los adultos, de que no hay que fiarse de ningún desconocido, se desdibuja enormemente a través de las plataformas como Instagram.
Es muy popular entre los jóvenes y da pie a ligar de forma fácil. Además, podemos ver un perfil, una biografía y un par de fotos que parecen reales. No obstante, eso no quiere decir que lo sean. ¿Cómo asegurarnos de la verdadera identidad del usuario que ha empezado a seguirnos?
1- Perfiles extraños. Los perfiles desde los que acceden los pederastas a los adolescentes son categóricamente falsos. Siempre que alguien comience a seguirnos por Instagram e inicie una conversación aparentemente venida de la nada, no está de más echar un vistazo a su perfil. Las imágenes que aparecen serán pocas, sacadas de algún stock de imágenes de Internet o robadas a otros usuarios. Además, los comentarios, "me gusta" y el tipo de seguidores que tiene podrá darnos una idea de si la cuenta es de alguien real, por ejemplo, subiendo Stories con amigos.
2- Imágenes limitadas. Con un perfil falso, es difícil que en las fotografías aparezca una cara visible. Muchas veces las imágenes son robadas, perteneciendo a alguien real (e incurriendo en un delito de suplantación de identidad). En otras ocasiones, las imágenes salen de publicidad de Internet.
En cualquier caso, si sospechamos de un perfil anómalo que de pronto nos contacta, podemos cotejar fácilmente las fotografías a través de Google Images. El buscador permite subir una fotografía para dar con otras similares o descubrir la fuente. Una rápida búsqueda confirmará si esa persona es quien dice ser por distintos motivos (los nombres coinciden, tiene otros perfiles en otras plataformas…) o si, por el contrario, es un uso fraudulento de material ajeno.
Otro truco muy fácil consiste en intentar que el usuario envíe una fotografía en el momento con una postura determinada; por ejemplo, levantando el pulgar, o haciendo la señal de la victoria. Si quien maneja la cuenta pone problemas, es posible que sea porque no puede enviar más que unas imágenes determinadas, las que haya robado.
3- Chantaje. Cuando un pederasta se hace pasar por un joven de nuestra edad es posible que empiece hablando de sus gustos musicales, de ropa o de series. Sin embargo, con rapidez la conversación salta al terreno sexual de un modo extraño: es común que la persona envíe mensajes diciendo "te quiero", "con todo lo que hago por ti", o que busque de alguna manera obtener fotos subidas de tono.
Si el clima es incómodo, nunca hay que ceder. A fin de cuentas, no sabemos quién está al otro lado. Si la conversación pasa por saber datos como el domicilio, las rutinas o el colegio al que se acude, también hay que desconfiar, sobre todo si la información no es recíproca. El material sensible que enviemos a una persona nunca va a volver a estar bajo nuestro control, así que hay que estar muy seguros de que la otra persona respetará nuestra intimidad. Esto es importante de cara a mantener la privacidad a salvo.
4- Cortar la conversación. Si después de mensajes extraños o peticiones incómodas hemos visto que el tipo de fotos que nos envían es siempre el mismo, la respuesta a una instantánea natural es evasiva y están preguntando por demasiados datos personales, es muy probable que la persona con la que hablemos tenga muchos años más de los que afirma tener.
Probablemente también persiga objetivos más oscuros que el de conocernos a través de Instagram. El primer paso es cortar absolutamente la conversación si surge la más mínima duda de que nos están mintiendo. Bloquear y denunciar al usuario serán los siguientes pasos, aunque es importante guardar capturas de pantalla de las conversaciones, sobre todo si somos menores y las peticiones de fotos y vídeos tenían cariz sexual.
5- Contarlo. Este tipo de material será relevante a la hora de confirmar con la Policía que, efectivamente, la conversación se mantenía con un pederasta y no con alguien de nuestra edad. Explicar la situación a padres, tutores o a una persona adulta puede facilitar los trámites legales.
Cualquier persona puede caer en una mentira a través de Internet, así que no se debe sentir miedo o vergüenza. Al contrario, siendo conscientes de que muchas cosas pueden ser mentiras elaboradas puede ayudar a detectar de forma temprana cuándo estamos expuestos a un peligro serio.