A finales de este mes se cumplen treinta años del nacimiento del IRC, uno de los primeros sistemas de chat con el que muchos de nosotros dimos sus primeros pasos en Internet. Se trata de un protocolo de comunicación extremadamente sencillo, basado únicamente en texto, y sin muchas de las opciones que vemos hoy en día en aplicaciones más avanzadas.
Pero a pesar de sus limitaciones tenía un encanto especial del que carece la gran mayoría de las aplicaciones actuales, razón por la que quienes vivimos su época dorada seguimos acordándonos muy bien de cómo era aquello. Por eso, he aquí cinco razones por la que muchos de nosotros echamos de menos el IRC.
Pero antes de empezar quiero aclarar que si echamos de menos el IRC no es porque haya desaparecido, de hecho sigue siendo un protocolo bastante utilizado en algunos ámbitos, aunque no es tan popular como lo fue hace unas décadas. Además, los usuarios por aquel entonces teníamos una mentalidad un poco diferente, y esa es otra de las cosas que se echan de menos de aquella época.
Uno de los aspectos que más echo de menos del IRC era su sencillez y la velocidad a la que funcionaba. Hoy en día, cualquier chat o aplicación de comunicación implementa una gran cantidad de opciones y complementos, de manera que para poder utilizarlos necesitas un ordenador bastante decente en potencia.
Pero el IRC no necesitaba grandes especificaciones, y funcionaba casi sin problemas en prácticamente cualquier ordenador. Podía haber algunas diferencias dependiendo de los scripts que utilizases, que servían para darle diferentes aspectos a la aplicación base, pero como pasa hoy en día con GNU/Linux tenías una gran cantidad de ellos a tu disposición con diferentes opciones y requerimientos mínimos.
A pesar de eso, de vez en cuando sí que podías tener problemas con el lag debido a la conexión que tuvieras en casa. De hecho, existían ciertos ataques que hoy serían impensables como el de flood, en el que una persona que tuviera una conexión ADSL se ponía a escribir varias líneas por segundo hasta saturar las líneas del resto y hacer que sus conexiones se cayesen. Y esas eran las batallas épicas que a veces podías encontrarte en algunos chats.
Algunas redes de IRC como la de IRC Terra no te pedían registrarte ni dar ningún dato personal para poder utilizarla. Simplemente escribías el nombre de usuarios que querías utilizar y entrabas, lo que te ahorraba bastante tiempo cuando lo utilizabas por primera vez.
Algunas otras redes de IRC sí que te ofrecían la posibilidad de registrarte a cambio de reservar un nombre de usuario, aunque también te solían permitir entrar sin registrarte. Eso sí, de hacerlo te exponías a que alguien que entrase antes que tú en determinado día pudiese ocupar tu nombre, algo que a veces se hacía a propósito para suplantar la identidad de otra personas.
Como hemos dicho al principio el IRC era un chat de texto plano, y en el mejor de los casos te podías encontrar con algún script o aplicación capaz de traducir algunos códigos a colores. Pero por lo demás no había ni emojis ni emoticonos, por lo que todos teníamos que tirar un poco de imaginación a la hora de expresarnos.
Lo más parecido que había a los emojis eran una serie de dibujos que podías crear a base de código ASCII. Pero para cada uno necesitabas varias líneas de texto, por lo que si alguien hablaba mientras estabas compartiendo uno de esos emoticonos ASCII todo se iba al traste. También había una serie de gestos y dibujos ASCII de una única línea, que aun siendo más simple también exigían de una dosis de imaginación.
En cualquier caso, no dejaba de ser divertido e instructivo basarse únicamente en texto. Todo era mucho menos explícito que ahora, y tenías que trabajártelo bastante más para transmitir lo que querías decir. Tampoco había videoconferencias ni notas de voz, por lo que si tenías que contarle a alguien media vida tendrías que hacerlo escribiéndoles grandes parrafadas en privado.
Por aquel entonces el poder chatear con otras personas a través de Internet era algo relativamente nuevo. Eso hacía que tus padres y familiares te mirasen como un bicho raro cuando hablabas de tus "amigos" de la red, algo que ahora está completamente normalizado, pero que entonces se prestaba a todo tipo de mitos y temores.
Y precisamente ese hecho de estar haciendo algo que generaciones anteriores no podían hacer creaba cierto ambiente entre los que utilizábamos aquella aplicación. Éramos pioneros, y quien supiera hacer la virguería de turno, por un simple que pudiera parecer ahora, tenía la admiración de todos.
Una de las modas del mundo del IRC era la de crear los scripts o capas de personalización sobre aplicaciones base como el incombustible mIRC. Estos scripts podían añadir complementos como sistemas automáticos de ausencia, contestaciones automáticos y posibilidades como que cuando reprodujeses una canción al resto también le saltase la misma canción si coincidí el nombre del archivo MP3.
Y precisamente gracias a esos scripts conozco a unas cuantas personas que se iniciaron en el mundo de la programación precisamente para ser capaces de crearse uno propio. También se daban casos en los que un grupo de personas se juntaba para crear páginas web, haciendo que muchos empezasen a tocar por primera vez el mundo de HTML.
Posiblemente gracias a esa sensación de ser pioneros en un mundo nuevo como era el Internet de aquel entonces, los usuarios solíamos tender más a ser nosotros mismos y ser más transparentes. Por cada canal o grupo solíamos ser en general bastante pocos, por lo que era fácil crear pronto ciertos vínculos con otros usuarios.
Esos vínculos acababan materializándose en forma de quedadas, en los que personas de diferentes partes del país quedaban en determinado sitio para verse en movimiento por primera vez. Ten en cuenta que en aquella época como mucho habías visto alguna que otra fotografía de esa otra personas, y siempre muchas menos de las que hoy puedes ver con Instagram, por lo que el conocerse era un poco más especial.
Ese colegueo tan transparente acababa formando unas amistades que se mantienen con el tiempo. Yo hoy por ejemplo sigo manteniendo relación con algunas personas que conocí en aquella época. Ahora en cambio puedes conocer a cientos de miles de personas cada día a través de varias redes sociales, pero los vínculos que se establecen no suelen ser tan fuertes como los que recuerdo de aquella época en la que cuatro gatos poblábamos el IRC.
Otra de las características que más diferenciaban la época del IRC es que se trataba del Internet antes de la llegada masiva de los trolls. Las conversaciones por ejemplo no se solían ver constantemente interrumpidas por gente intentando ofender para llamar la atención, y las bromas las hacíamos de una forma más respetuosa.
Pero curiosamente, en aquella época que más respetuosos solíamos ser era también cuando menos nos ofendíamos por cualquier troll ocasional que pudiera aparecer. Hoy en día da la sensación de que todos tenemos la piel demasiado final, por lo que es imposible extrañar los días en los que en el IRC podías soltar alguna que otra tontería en modo cuñado desde la barra del bar sin ofender a los demás. Como mucho te podían rebatir o expulsar si eras maleducado o repetías demasiado las bromas y ofensas.
Cuando eras op en un canal tenías el poder, y te sentías importante... aunque también era posible que se tratase de un canal en el que se le diera una @ a todos los usuarios asiduos. Ser operador, algo que se distinguía con el símbolo @ antes del nick, era tener el control para expulsar o silenciar otros usuarios. Y es que nos sentíamos importantes con poco.
También había casos en los que esas @ provocaban luchas y batallas campales con varios expulsados y baneados. En aquellos tiempos ser el más rápido del oeste era saber escribir a mayor velocidad el comando de expulsión, o hacer click derecho para elegir la opción en tu script de turno. También podías programarte una automatización para que con sólo escribir /k se autocompletase el comando de expulsar a alguien.
Pero tampoco podemos dejar que la nostalgia nos evite recordar algunos de los aspectos negativos del IRC. Para empezar no había manera de verificar que una persona fuera realmente quien decía ser, y algo tan sencillo como enviarte una foto podía exponer tu dirección IP, por lo que era aconsejable desconfiar de cualquiera que pareciese demasiado amistoso.
Tampoco existían tantos controles de seguridad implementados en Windows como ahora, y desde luego que tampoco en los clientes de IRC. Eso hacía que fuera común que algunos se dedicasen a enviar troyanos o algún malware disfrazado de fotografías o con la promesa de que el ejecutable haría esto o lo otro. De hecho, circulaban bastantes aplicaciones con las que infectar ordenadores ajenos y hacer poder hacerle luego perrerías como abrir su lector de CDs o directamente apagar el ordenador.
Y claro, para cualquier personas que esté acostumbrada a las aplicaciones de hoy en día también sería negativo la absoluta falta de interacciones más allá de las textuales. Y si las había, como el citado sistema de reproducción de música conjunto, en la mayoría de los casos había que tener el mismo script de mIRC para que funcionase.