Tenemos un arma secreta. Durante años, varios grupos de científicos han estado trabajando en el desarrollo de proyectos para enfriar el planeta. La idea es tener una "vida extra" por si llega el momento en que el calentamiento global compromete nuestra existencia de forma inminente.
Dentro de la 'ingeniería climática', el proyecto más famoso imita a los volcanes y su efecto "refrigerador" a escala planetaria. La propuesta consiste en fumigar la atmósfera superior con dióxido de azufre, algo que provocaría una moderación de la temperatura casi instantánea. Sabíamos que se trataba de nuestra última opción, pero acabamos de descubrir que si decididmos ponerla en marcha, no hay retorno posible.
Ante la popularidad de la geoingeniería y el creciente número de investigaciones sobre ella, un equipo de la Universidad de Rutges decidió realizar una simulación a nivel global para responder una pregunta clave: "¿Qué consecuencias podría tener parar una iniciativa como esta?". Supusieron, de acuerdo con los proyectos actuales más desarrollados, que rociaríamos unas cinco millones de toneladas de dióxido de azufre por año entre 2020 a 2070. "Es el equivalente anual a un cuarto del dióxido de azufre expulsado durante la erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991", explican los investigadores.
"Si alguna vez se detuviera abruptamente, sería devastador", explicaba Alan Robock, director del estudio
Sus conclusiones son claras: una vez que esté en marcha, no se podría parar porque "detener la geoingeniería sería una gran amenaza para el medio ambiente natural y la biodiversidad".
El equipo, dirigido por Alan Robock, reflexiona sobre el asunto en el último número de Nature Ecology & Evolution. En sociedades democráticas como las actuales no podemos asegurar que un programa de estas características siga vivo para siempre. "Imagine grandes sequías o inundaciones en todo el mundo que puedan achacarse [fundada o infundadamente] a la geoingeniería y la exigencia de que se detenga ¿Podríamos arriesgarnos?".
Y es que los datos muestran que "si alguna vez se detuviera abruptamente, sería devastador", dice Robock. Pero, por si fuera poco, no estamos seguros ni de si la interrupción puede ser gradual. El impacto de un enfriamiento rápido supondría un golpe difícil de superar para todos los seres vivos del planeta. Lo más probable es que sea un camino sin retorno.