Waze arruinó la tranquilidad de mi barrio

Waze

La llegada de Waze fue la explosión temprana de la "conducción social". Su filosofía, basada en el uso colaborativo del GPS y de la información introducida por sus propios usuarios, encandiló a sus usuarios, quienes podían ver los precios de las gasolineras en tiempo real, modificar rutas para evitar atascos y otras incidencias, o prever radares. En 2013 Google la compró por 966 millones de dólares: demasiado buena como para dejarla escapar.

El tema es que las bondades de Waze eran un arma de doble filo: ¿es adecuado y ético alertar al resto de usuarios de dónde hay un control de alcoholemia, por ejemplo? ¿Acaso no se está protegiendo a quien incumple la ley y es un peligro sobre ruedas? E incluso alguna otra consecuencia imprevista: cuando las sugerencias de Waze alteran la paz de vecindarios tradicionalmente tranquilos. Por donde antes no pasaban coches, ahora pasan cientos.

Algo así ocurrió con el barrio de Pedro, un programador valenciano en paro de 25 años. Desde que terminó Bachillerato ha pasado la mayor parte del tiempo sin trabajo. Sus padres pasan el día fuera de casa y él mata las horas con la consola o el ordenador. Aprendió programación por su cuenta y siempre se ha interesado por "el cacharreo". Desde su habitación, que da a la calle de una zona obrera poco mimada por el ayuntamiento, empezó a escuchar mucho más tráfico del habitual. Y con ese "cacharreo", empezó a atar cabos.

"En la rotonda que hay al lado de mi casa se juntan los que entran a la ciudad, los que van al pueblo de al lado o a su centro comercial, los que van hacia la zona de monte donde hay muchos pueblos y están los polígonos, y los que van a la capital. Todo eso, en doble sentido. Muchísimo tráfico. Pero en mi calle casi nunca pasaba nadie. Hasta hace unos años."

Pedro, "cacharrero" con bastante tiempo libre, empezó a plantearse por qué desde 2012 o 2013 pasaban tantos coches bajo su casa cuando tradicionalmente era una zona a la que los vecinos solo entraban para ir a una falla los viernes por la noche, para buscar aparcamiento o directamente para ir a su garaje.

No es solo cuestión de preferir tranquilidad: cuando calles preparadas para recibir muy poco tráfico empiezan a contener mucha circulación, empiezan los problemas

La respuesta se la dio un amigo que pasaba todos los días por allí con el coche: las aplicaciones de navegación que, o bien por su componente "social" informaban de incidencias, o bien simplemente señalaban una alternativa para los días con demasiado tráfico. "Eso parecía el capítulo del desvío provisional de Aquí no hay quien viva".

¿Las consecuencias de este cambio? "En estas calles las aceras son muy estrechas, si no vas solo lo normal era por ir la calzada, si alguien dejaba el coche atravesado ya tenías que bajarte igualmente de la acera. Desde que empezó a entrar la gente, todo el mundo por la acera, más apiñado. Cuando va alguien en silla de ruedas ya no cabe nadie más y hay que bajar a la calzada. Y más ruido en una calle muy estrecha, que no es como en la carretera de al lado, que se escucha menos al ser mucho más ancha...". Lo que ocurre cuando calles preparadas para muy poco tráfico comienzan a absorber circulación.

Las flechas rojas de este mapa indican la zona con más tráfico rodado en ambas direcciones. Las flechas azules, una forma de sortear la congestionada rotonda y los varios semáforos que hay en apenas unos tramos en la carretera superior, en función de si quieren acceder al norte o al este.

Mapa

Por si fuera poco, al oeste se encuentra un barrio conflictivo con varios puntos de venta de drogas, al igual que en el pueblo vecino al que se llega por el norte. Algo que hizo que durante un tiempo los controles policiales en esa rotonda fueran frecuentes. Y a su vez, algo que hizo que muchos conductores se avisaran, vía Waze o vía WhatsApp, para sortearlos justo por el itinerario de flechas azules.

Aunque no se ha convertido en un problema mayor, varios vecinos de varias partes del mundo han simulado ser lentos coches ante Waze para disuadir a otros conductores de pasar por su calle residencial

Desde su habitación, Pedro decidió hacer algo para recuperar la tranquilidad de su calle. "En realidad la idea la cogí de un foro en el que igual echo seis o siete horas al día". Muy posiblemente, de los comentarios a raíz de una simulación-estudio hecha por el Instituto de Tecnología de Israel en 2014. Algo después, un hombre de Maryland hizo algo parecido.

Primero, Pedro se registró en Waze y entendió cómo funcionaba. "Con poner un aviso de calle cortada por obras o atasco ya sirve. A partir de ahí, los que van con el móvil en el salpicadero y Waze abierto, ya no pasan por esa calle". Pero Waze también se fía de los conductores que no dicen nada y simplemente circulan, calculando su velocidad mediante el GPS, para saber si una calle es transitable con normalidad o no. ¿Qué hizo Pedro?

"Cuando me voy de viaje con mis amigos a algún sitio, antes uso Fake GPS Location para que Tinder me reconozca como que ya estoy allí, así tres o cuatro días antes puedo ver qué chicas lo usan y empiezo a hablar con ellas, adelanto la faena. Con Waze hice lo mismo: ruta de movimiento perpetuo a baja velocidad por mi calle". Así, la aplicación entiende que la circulación es lenta y prioriza la ruta tradicional. El mismo sistema que muchos usaron con Pokémon GO.

Waze B

Con el tiempo, su calle, aunque nunca ha vuelto a la normalidad de antes, sí ha ido rebajando el tráfico. Es difícil conocer las causas, y aunque es posible que la idea de Pedro haya funcionado ("lo hice por probar algo y porque tengo tiempo libre", aclara), hay algunos factores más que pueden explicarlo:

Si la llegada de Waze y compañía ha supuesto un revés para apacibles calles poco acostumbradas al tráfico intenso, queda por ver cuál será el impacto de los coches autónomos que se comunicarán entre ellos y podrán escoger la ruta óptima.

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