Hace un tiempo que las criptomonedas y todo lo que tiene que ver con ellas interesa al gran público, a los mercados y a las empresas.
Pero el cariz que tenían antes estaba envuelto en una sombra de misterio, de deep web, que implicaba en el imaginario colectivo la compra con Bitcoin de material ilegal llevado a cabo por personas anónimas.
La falta de regulación impide que el Bitcoin y las demás criptodivisas puedan alejarse de las transacciones ilegales
Aunque ahora sepamos que podemos ir a Rusia a comprar hamburguesas con las criptomonedas de Burger King, o que podemos almacenar Ethereums a través de gatos virtuales, un estudio reciente señala que, en efecto, un gran porcentaje de las actividades que se pagan con criptomonedas son ilegales, un 44%.
La investigación, llevada a cabo en la Universidad de Sydney, y que proponía mostrar qué tipo de actividades, servicios o productos se financian a través de estas criptomonedas, muestra además que los 72.000 millones de dólares estimados en Bitcoin que se destinan a lo ilegal están muy cerca del total manejado en los mercados de droga de Estados Unidos y Europa.
El equipo, especializado en economía y finanzas, empleó un sistema denominado "detección controlada de estimación" y agrupación de redes, ambos trabajando con algoritmos.
Sus conclusiones pueden sonar sensacionalistas, dado que afirman que "las criptomonedas pueden tener beneficios, pero como aún no hay regulación suficiente, su uso se destina principalmente a los hackeos, robos, la pornografía, sicarios, blanqueo de dinero e incluso terrorismo".
No obstante, los investigadores recalcan en el estudio que el Bitcoin no está haciendo crecer el mercado ilegal, sino que este se mantiene con una nueva vía de financiación.