El pago con el móvil se ha convertido en una de las últimas tendencias. Es posible desde que salieron las tarjetas contactless gracias a que comparten la misma tecnología: la comunicación NFC. Podemos pagar con los teléfonos gracias a que estos han empezado a llevar antenas NFC, las mismas que tienen las tarjetas bancarias en su interior.
Y el gran estandarte de los pagos con el móvil es Apple Pay, el sistema con el que es posible pagar con el iPhone. Aunque no fue la primera en llegar, Google Wallet le ganó en Estados Unidos, sí ha sido el responsable de convertir en populares los pagos con el móvil.
Por desgracia, no ocurre lo mismo en los iPhone como ocurre en Android. En los teléfonos Android los bancos pueden desarrollar su propia aplicación para pagar con el móvil, sin depender de Google. O pueden unirse a otro servicio como Samsung Pay. La elección está en las manos de cada banco.
En los iPhone, esa antena NFC de la que hablábamos al principio está bloqueada. Sólo pueden usarla las aplicaciones de Apple, incluyendo Apple Pay. Por eso los bancos no pueden desarrollar su propia aplicación de pago en el móvil, como sí pueden hacer en Android. Y eso nos lleva a un problema mayor, el de los bancos compatibles, pero de eso hablaremos más adelante.
Continuando con Apple Pay, su funcionamiento es muy sencillo. Nosotros sólo tenemos que introducir una tarjeta compatible en el sistema, autorizar su uso y listo. No tenemos que hacer nada más para empezar a pagar con el iPhone. Pero, por supuesto, las cosas por detrás no son tan sencillas.
Cuando haces un pago con Apple Pay, no estás haciendo un pago con tu tarjeta. Por motivos de seguridad, la tarjeta tiene una especie de alias en Apple Pay. Eso significa que, aunque tu veas que estás usando tu tarjeta de siempre, el comercio o el datáfono ven un código de transacción que sólo puede traducir Apple Pay.
Si esto lo juntamos con que Apple no guarda -en teoría- los datos de uso, este sistema nos garantiza una privacidad mayor que usar la tarjeta sin más. Lo malo (para los bancos) es que Apple, a cambio de todo este sistema, se lleva una comisión por cada pago procesado. Aunque esto es un tema que, más allá de los bancos compatibles, no nos interesa como usuarios.
Lo malo de todo esto para los usuarios es que no puedes meter tu tarjeta en Apple Pay sin más. Tu banco y Apple deben llegar a un acuerdo para aceptar las tarjetas y procesar los pagos. Algunos bancos han decidido aceptar las condiciones de Apple, mientras que otros se resisten por el pago de estas comisiones.
Aunque Apple incluya una lista de tiendas físicas donde puedes pagar en su web, es más sencillo que eso. Si un comercio tiene un datáfono que acepte pagos contactless o sin contacto, puedes pagar con Apple Pay. En otras palabras, si puedes pagar acercando tu tarjeta al lector de tarjetas, puedes pagar usando Apple Pay. O cualquier otro sistema de pagos móviles, en realidad.
Para hacerlo, sólo tienes que hacer eso: acercar tu iPhone o Apple Watch con Apple Pay abierto. En el caso del iPhone primero deberemos identificarnos, con nuestra huella dactilar o con Face ID. En el Apple Watch esto no es necesario, siempre que el reloj esté desbloqueado. Acercamos y listo, la pantalla nos mostrará un signo de confirmación.
Apple Pay también sirve para pagar en aplicaciones y páginas web. Algunas apps de iPhone como Asos o Resident Advisor nos permiten pagar con Apple Pay. Sólo tenemos que confirmar la compra identificándonos. Esto es igual en Safari, el navegador web de Apple, siempre que la tienda sea compatible.