Raspad, análisis: un tablet con una Raspberry Pi de "quita y pon" que puedes llevar a cualquier lado
Tener en cualquier lado la diversidad que nos ofrece la Raspberry Pi está a punto de ser una realidad. Raspad, que ya hemos probado en Xataka, es un tablet con pantalla táctil en el que poder integrar una Raspbery Pi para convertir nuestro ordenador barato en casi un portátil.
Una carcasa con batería y pantalla táctil para usar con una Raspberry Pi. Esa idea con la que algunos usuarios de RPi hemos soñado alguna vez, está a punto de hacerse realidad. Raspad es un proyecto que busca financiación pero del que Xataka ya ha podido probar una unidad de pre-producción.
El dispositivo es bastante sencillo a nivel de diseño. Su carcasa negra, de plástico, es básica y sobria, pero también se agradece que, por el entorno en que vamos a usarla, sea asistente.
Raspad
Pantalla
IPS de 10,1 pulgadas táctil 10 puntos
Resolución
1280x800 píxeles
Batería
6000 mAh
Dimensiones
260x170x49 mm
La Raspad tiene su punto fuerte en la combinación de una pantalla táctil de 10.1 pulgadas con una batería de 6000 mAh. El equipo cuenta con un hueco creado exclusivamente para colocar una Raspberry Pi 3 Model B (poco más de 30 euros ahora en Amazon), y se hace de forma muy sencilla. Solo hay que conectar tanto la alimentación microUSB como la salida HDMI a los conectores internos de la Raspad.
Una vez colocada la RPi en su lugar, los puertos principales (Ethernet y los 4 USB) quedan accesibles. Lo único a lo que no podemos acceder sin abrir de nuevo la tapa, algo que es cuestión de segundos, es a la ranura para la tarjeta microSD. En caso de que seas de los que usan para sus proyectos la conexión GPIO, también queda accesible para que conectemos lo que necesitemos.
Para que la pantalla sea realmente táctil hay que usar uno de los puertos USB libres de la Raspberry Pi con el conector USB que la Raspad tiene habilitado para ello. La longitud de ese cable es la justa, pero se agradece para que quede todo lo más compactado posible. Además, cuando no se está usando, la Raspad tiene una ranura para mantenerlo protegido, aunque el cable sigue sobresaliendo algo.
El resto de conexiones de la Raspad ya no tienen casi nada que ver con la Raspberry Pi. En el lado contrario disponemos de la entrada de alimentación del tablet, un puerto microUSB, salida de auriculares y una entrada HDMI para poder usar el Raspad como pantalla externa de otros dispositivos como un PC con Windows.
También en esse lateral derecho están los controles. Son de plástico y bastante endebles, por lo que es uno de los elementos que tiene margen de mejora a nivel de construcción y que sus creadores nos comentan que subirán de nivel en la producción final.
El Raspad tiene forma de cuña, no es plano, lo que facilita su uso. Es también una manera cómoda de aprovechar que había que dejar sitio en su interior para la Raspberry Pi. La parte inferior tiene elementos anti deslizantes que ayuda a que podamos manejarla con la pantalla táctil sin miedo a que se deslice por una mesa. También hay en la parte más gruesa de la cuña un sistema de altavoces estéreo. Son de 2W, suenan potentes pero de bastante poca calidad, y lo habitual, incluso con volumen bajo, es que el sonido suene artificial y distorsionado.
Una vez colocada la Raspberry Pi en el interior de la Raspad y cargada la batería, ya podemos usar el tablet. La pantalla, de 10,1 pulgadas, tiene una resolución de 1280x800 píxeles, de sobra para la Raspberry Pi. La funcionalidad táctil funciona, se agradece para cuando no podemos conectar un ratón, pero se nota que, para afinar en menús y opciones dentro de las aplicaciones, no es muy precisa. Hay que practicar para dar con el lugar adecuado donde tocar en caso de que sea una opción de menú, por ejemplo.
El Raspad es compacto, más o menos como un tablet de 10 pulgadas con ciertos marcos, y ligero. Además de con ratón y teclado, podemos usarlo en formato tablet y aprovechar con ello la batería interna. En nuestras pruebas, con conectividad WiFi y pantalla todo el tiempo encendida, hemos podido trabajar más de 2 horas y media de forma continuada. En reproducción de vídeo superamos las 3,5 horas, y ambos datos, de nuevo según el fabricante, mejorarán en las unidades finales para superar las cinco horas de autonomía.
Para conocer el estado de la batería disponemos de cuatro LEDs en el marco inferior, justo en la parte derecha. El Raspad viene con cable de alimentación que sirve para cargar la batería de 6000 mAh y para alimentarlo de forma continua.
En el tiempo que hemos estado probando el Raspad, hemos podido reproducir contenido de vídeo sin problema, hemos jugado usando la RPi como emulador (y a Minecraft Pi que viene con Raspbian), pero donde más partido le hemos podido sacar ha sido como dispositivo para programar en Scratch y como tablet con Rasbian para programar placas Arduino. En este aspecto, la pantalla y batería nos parecen una combinación muy adecuada y alternativa factible a un portátil con Linux o Windows par estas tareas.
Ese foco en los makers y en quienes quieren aprender a programar por bloques o trabajar con Arduino y sensores queda reflejado en algunos de los packs disponibles en la fase de financiación colectiva. Allí, además del modelo básico que empieza en 129 dólares, hay "recompensas" que incluyen placas, sensores y hasta un manual con proyectos para programar basándose en un lenguaje de bloques basado en Scratch. El proyecto, a las pocas horas de ponerse en activo, ya lleva de sobra superada la cantidad necesaria para el producto sea una realidad.