Bitcoin -y el resto de altcoins- han vivido un año frenético. Tras alcanzar un máximo histórico en diciembre, que dejó al BTC en casi 20.000 dólares y a otras criptodivisas en lo más alto, enero fue testigo de un derrumbe colosal, seguido de la tímida recuperación que estamos viviendo ahora.
Las caídas han golpeado duro el mundo de las criptomonedas, pero aún así, el precio sigue siendo siete veces superior al de hace un año.
Ahora, los expertos vaticinan un periodo de estabilidad en el precio del Bitcoin, lo que por consiguiente asegura la misma relativa calma en el resto de monedas basadas en blockchain. El motivo de la caída de enero fue la ola de regulaciones que ha sufrido el mercado de las criptos.
Esas mismas regulaciones son las que ahora permiten que el mercado se encuentre en estado de calma. La legislación del mercado ha permitido que las grandes ballenas -entidades que poseían grandes cantidades de criptomonedas- sin nombre sean ahora las empresas bien establecidas.
Esto repercute en el day trade, que es una forma de juego a corto plazo, aprovechando la volatilidad del mercado del BTC y sus hermanas. Con la inclusión de grandes fondos de inversión (Western Union, Santander…) el mercado tenderá a estabilizarse, siendo menos volátil y favoreciendo el juego a largo plazo.
Un mercado menos volátil significa que las variaciones del precio serán mucho menos bruscas, lo que se conoce como sideways movement. Se estima que hasta septiembre, el precio del BTC se mantenga entre los 8.000 y los 9.000 dólares. Esto, por supuesto, a pesar de venir de analistas financieros de primer orden, no es seguro.
El mercado de las altcoins se basa en dos cosas; la tecnología detrás de cada moneda -si es un proyecto de blockchain prometedor, el precio subirá- y la especulación pura. El mercado puede reaccionar de manera violenta en cualquier momento.
