Los años 2012, 2013 y 2014 fueron los años bárbaros del crowdfunding. Fue cuando se catapultaron plataformas como Kickstarter y la mecánica de la financiación colectiva se hizo masiva y abierta al público general: cualquiera sabía en qué consistía, más allá de los más avezados en tecnología, y vimos salir proyectos como churros. Mochilas, carteras, consolas, relojes inteligentes, videojuegos, impresoras 3D...
Desde entonces, exista cierta percepción de que el gran momento del crowdfunding pasó. Al menos, el del crowdfunding más generalista. Ya no se conocen proyectos demasiado interesantes y por lo general ese interés popular ha virado hacia otros derroteros. En el último año, el rey de esta alternativa para las masas han sido las criptomonedas en general y Bitcoin en particular. Un vistazo al nivel de búsquedas en Google de los tres conceptos más conocidos del crowdfunding durante los últimos diez años confirma las sospechas.
Más allá de indicios, ¿qué hay de cierto en este supuesto declive del crowdfunding? Valentí Acconcia, consultor de crowdfunding, cree que bien poco. Sobre todo si tenemos en cuenta elementos como los picos de búsquedas en Google de sus términos relacionados.
"Basarse en Google Trends para valorar la relevancia de un sector tiene sus riesgos si bien es útil para captar nuevas "modas" o tendencias de mercado. Por ejemplo, si ponemos en la ecuación el término ICO (Initial Coin Offering) ahora tan de actualidad, podríamos pensar que su relevancia es mayor que la de Kickstarter, Indiegogo o el término crowdfunding. Pero la realidad no es esa. Ha habido una punta desde junio 2017 en la que el término ICO ha superado todos los anteriores, pero ahora está en caída libre. ¿Significa eso que las ICO no son relevantes o importantes actualmente o lo serán en los próximos años? Honestamente, lo dudo."
Añade que el crowdfunding está "en su mejor momento" y pone ejemplos como el pacto entre Housers y EVO Bank o el juguete de Hasbro lanzado con financiación colectiva.
Sobre estos últimos ejemplos nos habla también Alberto González, fundador de MilloLab, una compañía de desarrollo de plataformas de crowdfunding de inversión. "Aunque estoy de acuerdo con la percepción de que ha bajado la recaudación, sobre todo en el caso del crowdfunding de recompensa -el de Kickstarter o Verkami, por ejemplo-, lo que ocurre realmente es que el crowdfunding se está especializando".
Apunta a que el crowdfunding de préstamos o de inversiones empresariales han crecido, así como el de equity, que permite apoyar empresas emergentes a cambio de un pequeño porcentaje de la misma. Es exactamente lo que hace la catalana CrowdCube, que ahora mismo promociona la inversión en una empresa que fabrica guitarras en fibra de carbono, una intermediaria en arrendamiento de oficinas o una franquicia de locales de patatas fritas, entre otras.
"Otros se han especializado en proyectos sociales, industriales, de biotecnología... Es una nueva etapa donde ya no se buscan grandes cifras sino especialización para dar un mejor servicio", continúa Alberto. También pone el ejemplo de Housers: "Su comunicación a nivel de marca invita a poner en ella tus ahorros para tener más rentabilidad que en una cuenta bancaria, pero sigue siendo crowdfunding. Algunos sectores se están queriendo alejar de esa palabra".
Si hubo hype con esa palabra fue también en parte responsabilidad de los medios y la cobertura que hicieron de aquel fenómeno incipiente. Carlos Otto es periodista de tecnología, dedicó varios años a cubrir el crowdfunding en España e incluso trabajó en Lánzanos, plataforma pionera en nuestro país. Por un lado cree que el fin de ese hype no es negativo, sino fruto de que una tendencia tecnológica se ha asentado. Por otro, cree que en 2011 y 2012 veníamos de los peores años de la crisis económica en España, algo que contribuyó a alimentar demasiado la atención del crowdfunding.
"Estábamos metidos en una depresión social a la que no veíamos fin. Los medios y la sociedad nos contagiamos de esa depresión y acudíamos desesperados a historias o alternativas que pudiesen dibujar un futuro un poco más optimista: alabábamos la creación de empresas (sin hacer seguimiento de si iban bien o mal), contábamos historias de jóvenes que cogían su poco paro y montaban un proyectito empresarial... Ni siquiera se hacía seguimiento de si luego les iba bien o no, porque, al final, lo que importaba era esa inyección de optimismo. Y en esas surgió el crowdfunding, que tenía todos los ingredientes para emocionarnos a todos:
Asimismo, cree que tanto las cantidades logradas más allá de honrosas excepciones, como la escasa rentabilidad de las plataformas que las cobijaban como el bajo índice de éxito confirman que, a su juicio, no hubo grandes proyectos nacionales que realmente saliesen adelante. "El hype del crowdfunding fue más mediático/social que de resultados reales".
Aunque cuando pensemos en crowdfunding lo primero que se nos pueda venir a la cabeza sean productos como el Pebble, el fallido smartphone con Ubuntu o la videoconsola Ouya, los proyectos derivados de Blockchain son los que han roto todos los récords. De las veinte campañas de crowdfunding que más recaudación han logrado, dieciséis tienen relación con Blockchain (los que tienen un candado junto a su nombre en la siguiente gráfica).
Una gráfica que tiene una doble lectura: dieciocho de los veinte proyectos de crowfunding con mayor recaudación de la historia se han desarrollado en el último año y medio. El calor de las ICOs y la creación de criptomonedas basadas en Blockchain -así como usos derivados de este- han servido para que el crowdfunding, más allá del más famoso, el que sirve para hacer viables desarrollos de productos que nos interesan como consumidores, como carteras, mochilas o videojuegos, siga al alza. Lo que apuntaba Valentí.
No obstante, la situación de las ICOs, bien sea por haber pasado el momento de la eclosión o bien sea por la mala fama que dieron los casos de las que fracasaron o directamente fueron una estafa, está "en caída libre", según el propio Valentí. Pero no dejan de ser iniciativas de crowdfunding, aunque ninguna use ese término.
"Cuando hablamos de redes sociales, no hablamos de 'redes sociales', sino de Facebook, Twitter, Instagram... Lo mismo pasa con el crowdfunding: el concepto ha evolucionado y se habla de Kickstarter, de ICOs, de Housers, de Verkami... Se da por supuesto que es financiación colectiva", dice Alberto.
Tras el éxito del crowdfunding de recompensa (Kickstarter o Indiegogo) y la fiebre de las ICOs, viene la etapa de la especialización
Tanto Valentí como Alberto coinciden en que no es que el crowdfunding haya pasado su momento, sino que es una industria donde ya no hay violines, sino solo monos de trabajo.
¿Qué ocurre con las plataformas que nacieron como clones de otras, ambas de carácter generalista? El caso más paradigmático es el de Indiegogo, que en los últimos tiempos ha evolucionado su modelo hacia ciertas especializaciones, como Blockchain o equity. "Indiegogo sí ha arriesgado, Kickstarter no", dice Alberto.
Precisamente el ranking de los proyectos con mayor recaudación en Kickstarter deja ver que no solo se le han escapado las cantidades estratosféricas de algunas ICOs, sino que solo dos de los quince primeros han tenido lugar en el último año y medio.
El hecho de que algunos de ellos no hayan sobrevivido al examen que supone el largo plazo, como el fracasado Pono Music u OUYA, tampoco ayuda a pensar que el crowdfunding de recompensa sigue en su mejor momento. Ahora mismo en Kickstarter hay casi 4.000 proyectos activos. Once de ellos superan el medio millón de dólares recaudados, cinco superan el millón.
En el crowdfunding generalista tendrán futuro los proyectos muy innovadores y globales o los ideológicos, según Carlos Otto
También es cierto que un vistazo a los más destacados hace pensar que se ha perdido el factor wow y la ambición de antaño. Los modelos alternativos, como el de equity, el inmobiliario, u otros de nicho, siguen recorriendo su camino. Para Otto, un modelo que seguirá su avance, pero sin olvidar que en España cada vez hay más fondos profesionalizados de inversión en startups, por lo que "cabe esperar que el equity crowdfunding frene bastante su auge".
"A largo plazo, creo que irán muriendo muchas plataformas generalistas, de las que presentan proyectos de cualquier tipo. Solo quedarán las primeras y más potentes, como Kickstarter. Ellos promocionan proyectos de todo tipo, es difícil que te asesoren de forma especializada. Ahí es hacia donde vamos: hacia la especialización. Ahí está el futuro. Por ejemplo, Capital Cell es crowdfunding especializado en biotecnología", sentencia Alberto.