El caso contra los globos de helio: un problema medioambiental disfrazado de luz y color que Europa quiere atajar
Hay pocas cosas más bonitas que un puñado de cientos de globos llenos de helio ascendiendo hacia el cielo. Pequeñas esferas de gas más ligero que el aire almacenadas dentro de un material flexible de colores brillantes. Pero la Unión Europea está en contra de todo lo bello del mundo.
No en vano, la guerra contra el plástico desechable ha iniciado la Comisión Europea tiene como uno de sus objetivos los globos. Razones no le faltan: en realidad, si nos atenemos a su impacto ambiental, lo inexplicable es que los globos no lleven años prohibidos.
El primer argumento contra los globos de helio es también e menos preocupante: el enorme desperdicio de recursos valiosos que conlleva. El helio es un gas relativamente escaso que se usa en todo tipo de procesos científicos y sanitarios. Es cierto que hay alternativas al helio para hacer que los globos se eleven, pero la triste realidad mundial es que esas alternativas son muy minoritarias a nivel global.
Además de eso, hay ciertos tipos de globos que pueden conducir la electricidad, causar problemas en los equipamientos eléctricos y, por eso mismo, muchos lugares los tienen prohibidos. No obstante, a diferencia de con las personas, lo importante de los globos no está en el interior. Lo importante (y lo problemático) está en el exterior.
Sí, los globos de látex son biodegradables. Es cierto, se fabrican con la savia del árbol del caucho a la que se le añaden algunos productos químicos, pigmentos y, a veces, polímeros sintéticos. Según explican sus fabricantes, un globo de látex dura lo que una hoja de roble: entre 80 - 100 días. Lo que no suelen decir en los debates es que eso es en el mejor de los casos. Si caen al agua: el tiempo estimado de descomposición es de 6 meses. De las cintas y adornos que pueden llevar asociados, ya ni hablamos.
Parece poco porque estamos acostumbrados a materiales plásticos que pueden permanecer generaciones en el medio ambiente sin degradarse lo más mínimo; pero lo cierto es que 6 meses son tanto tiempo que es tristemente habitual que acaben en los estómagos de las más diversas especies animales.
A partir de ahí, todo va a peor porque este tipo de globos no son los únicos (y en muchos lugares, ni siquiera los más populares). El otro gran material de fabricación de globos es la poliamida (también llamado 'globos metálicos'), un polímero sintético cuyos tiempos de biodegradación son muchísimos más amplios.
Los globos metálicos son más fáciles de inflar, reducen el riesgo de explosión y permanecen flotando mucho más tiempo. Hasta cinco días frente a las 30 horas como máximo de los globos de látex. Eso ha llevado a que, poco a poco, hayan ido ganando cota de mercado agravando un problema ya suficientemente serio.