Las ICO (Initial Coin Offering) han servido a multitud de startups para recolectar fondos por parte de inversores que, en algunos casos, han sacado un gran provecho de estas operaciones. También han servido para desplumar a muchos incautos, dejando sus monederos de criptodivisas a cero sin aportar ningún tipo de beneficio.
Las ICO son una forma de financiación que utilizan las empresas ligadas al entorno blockhain
Una ICO consiste en buscar financiación lanzando tokens que se pueden comprar o vender. Los tokens son como criptomonedas, solo que están ligados a un proyecto empresarial, como una acción. Dichos tokens basan su precio en la oferta, la demanda, y en como esté funcionando la startup detrás de ellos.
Algunas ICO han sido todo un éxito. Ethereum, por ejemplo, actualmente es la segunda criptomoneda más valorada, solo por detrás del archiconocido Bitcoin. Los tokens de Ethereum se vendieron en un principio a 31 centavos de dólar… y llegaron a alcanzar los 1.420 dólares en diciembre de 2017, lo que supone un retorno de inversión del 152.000%. La tecnología detrás de Ethereum es un sistema de smart contracts, que es un sistema que automatiza la ejecución de contratos cuando las condiciones son correctas.
También es el caso de NEO, una startup china de blockchain. Conocida como el "Ethereum chino" consiguió que sus tokens empezasen con un valor de tres centavos y consiguiesen un pico de 88,20 dólares. Parte de su éxito se debe a que hay gigantes detrás de NEO: Alibaba, Microsoft y el propio Gobierno chino han invertido en esta empresa.
Otras, como Telegram prometían mucho pero no llegaron a ser. Al parecer, en busca de financiación para un sistema de pago propio, Telegram se preparaba para lanzar su ICO buscando conseguir 1.700 millones de dólares. Pero una mezcla de endurecimiento de la legislación que rodea a las ICO y que Telegram consiguió su objetivo de financiación en las rondas pre ICO por parte de inversores privados, parece que han conseguido eliminar la necesidad de este movimiento.
Pero la realidad es que la gran mayoría de ICO fracasan. Ya sea por no cumplir los objetivos de financiación, por problemas tecnológicos (como la startup Dao Project, que recaudó 11.5 millones de Ethereum y perdió 3,6 millones en un ciberataque) o porque se tratan sencillamente de estafas.
One Coin ha sido una de las ICO que entran dentro de la categoría de estafas. Para empezar, esta estafa, que sigue un esquema Ponzi casi de manual, ni siquiera sacó públicamente un token, por lo que los inversores no recibieron absolutamente nada. En un mundo tan poblado como el de las criptomonedas, donde cada año llegan decenas de proyectos nuevos al mercado, es difícil que no haya ovejas negras.
Y más aún cuando toda la tecnología detrás de las criptodivisas se basa en la descentralización y el anonimato total. El terreno perfecto para conseguir grandes beneficios…pero también para ser estafado.