Qué pasa con el dinero de las multas que la UE pone a las grandes empresas tecnológicas

Ue Google

Recientemente la Unión Europea se ha puesto seria en cuanto a multas se refiere con las empresas por atentar contra la competencia. Los casos más sonados son los de Google, que recientemente ha sido condenada a pagar 2.420 millones de euros por el caso de Shopping y 4.340 millones de euros por el caso de Android. Y todavía hay un tercer caso abierto, por posición dominante de Adsense.

Pero Google no es la única afectada, tenemos también casos menos mediáticos, como los casi 3.000 millones de euros de multa que afectan a ciertos fabricantes de camiones por pactar precios. Ante toda esta avalancha de dinero uno se puede preguntar: ¿y a dónde va todo este dinero?

Aunque las multas parezcan astronómicas, en realidad son una gota dentro del presupuesto de la Unión Europea. La UE gasta cada año 145.000 millones de euros. De nuevo, una cifra que parece gigante pero que es pequeña si se compara con las cifras individuales de los distintos países. Por ejemplo, en España el gasto presupuestado por el Estado para 2018 es de 327.955 millones de euros. Si sumamos el gasto de otras administraciones que no son el Estado central seguramente estemos cerca del medio billón de euros.

¿Y cómo logra la UE todo este dinero? De tres fuentes principales:

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Existen más fuentes de ingresos, pero son mucho menores: impuestos que cobran al personal que trabaja directamente para la UE; multas a los países por parte del tribunal de justicia de la UE por incumplir normativas; contribuciones de países no miembros pero que están inscritos en algunos de los programas; y claro, las multas que la UE impone a las empresas por incumplir alguna normativa.

Es decir, el dinero de las multas de la UE va directamente a los presupuestos de la misma, y se usa para lo que ha propuesto la Comisión Europea (el "Gobierno" de la UE) y aprobado tanto el Consejo de la UE (donde están representados los Estados) como el Parlamento Europeo (donde hay diputados elegidos directamente por los ciudadanos de la UE).

Por tanto el dinero recaudado por la UE en multas acaba gastándose en desarrollo de zonas menos favorecidas, agricultura, programas de I+D y otros menesteres de los que se ocupa la UE (por ejemplo, el programa Erasmus+).

Como hemos visto las multas que impone la UE a las empresas que incumplen las normativas son elevadas, y esto podría hacer pensar que la UE tiene la intención de financiarse con multas. Pero no es así. El presupuesto de la UE es muy elevado como para financiarse con multas, no olvidemos que la UE gasta cada año 145.000 millones de euros, y estas multas que estamos viendo son puntuales.

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La UE tiene una fuente estable de financiación y aunque a veces se propone imponer un impuesto directo de la UE sobre sus ciudadanos, parece que no llegará en el corto plazo. De momento los Estados miembros seguirán contribuyendo según su riqueza.

El motivo por el que las multas de la UE son tan elevadas es para que las empresas tengan un incentivo claro a cambiar su comportamiento. Si las multas son ridículas muchas empresas pueden pensar que merece la pena comportarse mal, ya que el coste es menor que hacer las cosas bien.

Las multas deben ser disuasorias y así lo lleva imponiendo desde hace tiempo la UE. Un caso reciente es el escándalo de Cambridge Analytica. El Reino Unido ha sancionado a Facebook con 500.000 libras, una multa ridícula. En cambio, si volviera a pasar algo similar con la nueva GDPR la multa se elevaría a 1.200 millones de euros.

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