La tecnología está cada vez más inmersa en la vida de las personas, hasta el punto de que ya hay empresas que implantan microchips subcutáneos a sus trabajadores para realizar determinadas acciones con un simple movimiento de mano. Estos chips solucionan los olvidos de tarjetas electrónicas y otorgan una mayor rapidez a sus usuarios, aunque también contienen información sensible que podría ser hackeada.
Three Square Market, una empresa estadounidense que se dedica a la venta de máquinas expendedoras, cuenta actualmente con aproximadamente 80 empleados que ya hacen uso de microchips insertados en su propio cuerpo. El dispositivo, del tamaño de un grano de arroz, se introduce entre los dedos pulgar e índice en apenas unos minutos con una jeringa.
Estos chips utilizan la tecnología RFID (conocida hoy en día por su uso en tarjetas), no tienen pilas y son pasivos, puesto que funcionan al contactar con los lectores RFID. Los trabajadores de Three Square Market usan el microchip para entrar en la oficina, iniciar sesión en sus ordenadores o comprar alimentos y bebidas en la cafetería de la empresa.
La compañía norteamericana no es la primera en hacer uso de estos chips, puesto que Newfusion, una empresa de marketing de Bélgica, lleva realizando lo propio desde el pasado año 2017, aunque también ofrece la posibilidad a sus empleados de utilizar unos anillos con la misma tecnología para los que no deseen la implantación subcutánea, como relató el portal Le Soir. En otros países, como el caso de Suecia, también se emplean microchips para entrar a edificios o reservar un billete de tren.
Sam Bengston, ingeniero de software de la compañía, relata a MIT Technology Review que utiliza el chip de 10 a 15 veces al día, explicando que la acción de pasar la mano por un lector no es diferente a la de escribir una contraseña en un teclado.
Esta empresa también está investigando sobre el uso de estos chips fuera del cuerpo humano. En el caso de los hospitales, éstos podrían implantarse en los brazaletes de sus empleados para lograr encender un fregadero con lector RFID sin necesidad de tocar el grifo.
Por otro lado y como suele ocurrir en estos casos, existen voces discordantes sobre el mal uso que se le podría dar a esta tecnología. Nick Anderson, profesor de Ciencias de la salud pública de la Universidad de California, muestra preocupación por la seguridad y la privacidad de la información almacenada en este tipo de chips, puesto que piratas informáticos podrían lograr recopilar una gran cantidad de información de los trabajadores.
En este sentido, McMullan declara que solo una parte de la información del chip está cifrada, pero se apoya en que lo mismo ocurre con los documentos que los ciudadanos llevan en sus carteras y que también pueden ser robados.
Estos dispositivos logran que los trabajadores puedan realizar acciones de un modo más rápido, hecho que será agradecido por muchos, pero también hay que replantearse la necesidad de contar con una mayor seguridad si se quiere hacer uso de ellos, puesto que los criminales cada vez se centran más en el mundo de la tecnología y, como es obvio, estos chips serían objeto de ataques.
El uso de estos microchips insertados en la piel aún no está extendido y puede que gran parte de la sociedad no contemple esta idea por el momento, pero no se puede descartar que en un futuro pueda llegar a formar parte de la vida diaria de una multitud de personas.
Foto destacada: Three Square Market