El botánico que ayudó a ganar la II Guerra Mundial

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EL año, 1939. Geoffrey Tandy, que por entonces trabajaba en el Museo de Historia Natural de Reino Unido, se alista voluntario en la Reserva de la Royal Navy inglesa. No tiene ni idea de lo que le espera.

Un hilo en Twitter ha convertido su historia en una leyenda: se dice que un error tipográfico le llevó a Bletchley Park para descifrar códigos alemanes. No fue un error, pero su contribución fue igualmente increíble, y todo gracias a sus conocimientos de botánica, y no de criptografía.

Cuenta la leyenda que el ministro de defensa de este país acabó con su currículum entre las manos y vio algo que le dejó asombrado: Tandy tiene fama como el mejor criptogamista del mundo. Le envía a Bletchley Park a trabajar con sistemas de cifrado al confundir la palabra "cryptogamist" con "cryptogramist". El resto, como suele decirse, es historia. Una que ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial.

Aquel destino era muy especial: se trataba del lugar en el que trataban de descifrar los mensajes cifrados alemanes, algo que convertía tanto el sitio como su propia misión en alto secreto.

Al llegar allí se dio cuenta del error: le habían tomado por un experto en criptografía y criptogramas, cuando él era un botánico especializado en criptógamas: grupos de vegetales que no contienen semillas, tales como algas, musgos, helechos y líquenes.

Intentó explicar la diferencia entre ambos conceptos, pero para entonces ya era demasiado tarde: no podía salir de allí, así que el ahora Teniente Comandante Tandy (con nombre en clave 'Six') trató de aprender todo lo posible sobre criptografía junto a compañeros como Alan Turing, que acabaría logrando descifrar el código Enigma.

En National Post explican cómo la historia del error tipográfico es tan solo eso, una historia. Tandy no era el mayor criptogamista del mundo: formaba parte del equipo botánico del Museo Natural de Historia: era algo así como un bibliotecario especializado en el ámbito de la botánica.

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Su trabajo consistía en tener amplios conocimientos de botánica, manejar muestras y documentos frágiles, y familiarizarse con la jerga técnica de varios idiomas. Su ambición era la de navegar, y fue eso lo que le permitió unirse a algunas expediciones oceanográficas.

Lo que ocurrió en 1939 fue que el ministro de defensa no le confundió con un experto en criptografía, sino como alguien que ciertamente podía ayudar a los criptógrafos de Bletchley Park a hacer su trabajo: asistentes en ciertas jergas técnicas que podían resultar útiles para el descifrado de códigos: esas mismas habilidades se buscaban en matemáticos, ajedrecistas o arqueólogos.

Todos los que tuvieran cierta relación con el ámbito de la criptografía podían ayudar en esa tarea, y Tandy fue uno de los miembros de Bletchley Park que efectivamente trabajaron en descifrar códigos o ayudar a los expertos en ello a hacerlo. Su contribución más importante, no obstante, fue algo distinta, y esa sí que es cierta.

De repente, el azar (o el destino) actuó. En 1941 los británicos torpedearon un submarino alemán para luego recuperar varios objetos confidenciales. Entre ellos estaban manuales de procedimientos, diagramas de navegación y, sobre todo, tablas de bigramas: tablas de conversión de doble letra.

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Esas tablas permitían a los alemanes descifrar los códigos enviados a través de Enigma, pero había un problema: aquellas tablas de bigramas estaban empapados, lo que parecía hacer imposible recuperarlos y utilizarlos.

Fue entonces cuando Tandy acudió al rescate. Tras pasar años preservando y prepararando especímenes de plantas húmeras como algas y líquenes, sabía perfectamente qué hacer para lograr secar esos papeles de forma segura y eficaz.

Tras llamar al Museo de Historia Natural y pedir ciertos equipos especializados, aquellas tablas fueron recuperadas. Eso permitió que los códigos enviados con Enigma fueran descifrados, lo que a su vez fue crucial para ganar la Segunda Guerra Mundial. Bien por la botánica.

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